lunes, 14 de julio de 2014

EL LIBRO DE LAS MARAVILLAS


Ese es el maravilloso título de la traducción del manuscrito Il Milione, que narra los míticos viajes de Marco Polo, escrito por el amanuense Rustichello de Pisa a partir del relato oral de Polo en la cárcel. 

En el texto se describen no solo los famosos viajes del mercader italiano a tierras consideradas por aquel entonces como extrañas y exóticas para el europeo medio, sino también las reflexiones de un diplomático en ciernes en torno a la corte del emperador mongol Cublai Kahn y sus avatares políticos y militares.

Más allá de la importancia que el libro va a tener en el futuro de la cultura europea, no solo en la perspectiva geográfica y política de un mundo a explorar en los siglos venideros, sino también en la literatura de viajes que está por venir, a mi entender la mayor potencia del texto reside en el arte de describir lugares y situaciones en donde la frontera entre lo real y lo fantástico resulta muy difusa. El segundo de los viajes de Simbad el marino, integrado en Las mil y una noches, narra la aventura de Simbad en un valle tan rico en diamantes, que estos surgían del mismo suelo. Pero también tan rico en fieras y animales salvajes, que nadie se atrevía a recorrerlo. En su lugar, los buscadores de diamantes lanzaban grandes pedazos de carne desde las montañas a los que se adherían los diamantes. La atracción de los rokhs –pájaros fantásticos que aparecen en el relato— por la carne hacía el resto. Las aves cazaban los pedazos y los transportaban a sus nidos en las montañas. Allí los hombres los espantaban y tomaban su botín. Lo más sorprendente de una narración que cualquier lector considerará inverosímil y fantástica como esta es su gran similitud con la descripción que del reino de Mutfili hace Marco Polo en su libro. Con la única diferencia de sustituir rokhs por águilas, el relato de Polo a la hora de conseguir los diamantes es el mismo. Un cuento fantástico es casi idéntico a un relato de viajes, supuestamente realista. En cierta forma, es la misma estrategia que utiliza la ciencia ficción. Pretende construir una fantasía posible a partir del desarrollo de la ciencia y la tecnología siempre imprevisibles. Es lo mismo que inquieta en relatos como «El Aleph» o «El informe de Brodie» de Borges, que son tan cercanos a la realidad cotidiana del narrador que parecen verdad. Y eso le hace pensar a uno que tal vez lo fantástico no esté tan lejos de lo real, o quizá las clasificaciones que Todorov hace del relato fantástico no funcionan, o son demasiado estrictas y no se atienen a lo que se considera real en cada cultura y cada época. 

No es de extrañar que el posmoderno redomado de Italo Calvino quedara maravillado con la narración de Marco Polo, hasta el punto de deconstruirla de forma universal en Las ciudades invisibles. Otro libro maravilloso.

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